jueves, 4 de febrero de 2016

Lo que nos hace humanos

¿Os ha pasado alguna vez eso de creer que entiendes algo y luego darte cuenta de que no? A mí me pasa mucho. Me ha pasado recientemente con la Unión Europea. Supongo que se puede definir de muchas maneras, podemos ir a su descripción mas técnica, hablar de los acuerdos políticos y económicos, hablar de convenciones y leyes. Claro, podemos hacer eso. Pero a mí no me vale.

In varietate concordia
Si como yo no has estudiado latín, eso no dirá mucho, pero se traduciría en: Unida en la diversidad. Es el lema de la Unión Europea. No me digáis que no es bonito. Personas de diferentes culturas, diferentes creencias, diferentes lenguas, unidas por un proyecto común. 

Me enseñaron que la UE era solidaria, los países mas ricos ayudaban a los menos ricos, todos teníamos libertad para movernos. Europa era mas que unos papeles o unos acuerdos, eran unos valores de los que estar orgulloso y mostrar al mundo entero. Pero era mentira. 

El mundo esta viviendo una de las mayores crisis humanitarias, desde luego la más grave que yo he vivido, y Europa no está a la altura. Europa esta dejando morir a personas que huyen de la barbarie y la guerra, Europa esta dejando ahogarse a niños que en lugar de estar jugando están arriesgando su vida. Europa en vez de plantearse cuantos barcos, aviones y autobuses mandar para traerlos a casa se esta planteando como construir muros y evitar que lleguen. 

Europa ha fracasado desde el mismo momento en que miles de personas dejan su hogar y con sus ahorros viajan a Lesbos para salvar las vidas que Europa debería estar salvando. Es el trabajo, perdón, el deber, de la UE coordinar esta ayuda, mandarla y acoger a todas estas personas que no deberían estar cruzando el mediterráneo en una lancha. 

Gobiernos que permiten manifestaciones de grupos fascistas en contra de que estas personas puedan tener una segunda oportunidad en Europa. Gobiernos incapaces de hacer lo que finalmente las ONGs y voluntarios, héroes, acaban haciendo. Esos héroes, son Europa. Al menos la mía. En la que yo creo. 

Que rápido olvidamos que un día fueron nuestros abuelos y otro día pueden ser nuestros hijos. Que rápido olvidamos palabras como solidaridad, fraternidad, derechos humanos... Que rápido olvidamos que el lugar de un niño es con sus padres bajo un techo y no una patera. 




Dejemos atrás los errores del pasado, no pongamos muros, recordemos las bondades y lo que nos hace humanos.  


martes, 19 de enero de 2016

Un café con leche por favor

Hemos tenido mucha suerte. Después de las últimas elecciones escucho a los partidos y veo que todos saben lo que queremos.
"Los ciudadanos han pedido cambio."
"Los ciudadanos nos han pedido dialogo."
"Los ciudadanos quieren pluralidad."
"Los ciudadanos quieren que nos pongamos de acuerdo y empecemos a gobernar."
"Los ciudadanos quieren estabilidad, un gran pacto de estado."
"Los ciudadanos quieren regeneración democrática." 
No se que os parecerá a vosotros, pero a mi no me han preguntado si quería algo de eso. Yo he votado para que lleven unas ciertas políticas adelante y no otras. No he votado para estar en un continuo espectáculo en el que tratan de leer los mensajes que hemos mandado. Yo no he votado pluralidad, no nos engañemos, cada uno ha votado a un partido para que gobierne ese partido.

Parece que todos saben lo que queremos y sin embargo ninguno gana ampliamente las elecciones, la verdad es que como videntes no tienen mucho futuro. Muchas veces tengo la sensación de que los políticos magnifican y encuentran enfrentamientos entre ciudadanos que o no existen o no nos enfrentan tanto como lo hacen ver.

Afortunadamente convivo con mucha gente de ideas muy diferentes, gente con la que puedo hablar tranquilamente, discrepar y acabar tomándonos unas cañas tranquilamente. Pero luego cuando enciendes la televisión parece que hay una guerra entre dos mundos ficticios que no soy capaz de ver en la calle.

Si hay algún político leyéndome le voy a pedir lo que yo quiero ahora mismo: Un café con leche por favor.

lunes, 18 de enero de 2016

Comparte y dale a like

Afortunadamente no sabemos todo de todo, siempre hay cosas en las que no podemos hablar con autoridad y cosas en las que sí. Cuando queremos saber más sobre dietas sanas acudimos a un nutricionista, cuando queremos arreglar el ordenador vamos a un informático, si nuestro grifo no para de perder agua llamamos al fontanero, cuando estamos enfermos acudimos al médico y cuando queremos saber más sobre un proceso judicial nos conectamos a nuestras redes sociales.

Y es que hoy en día los procesos judiciales se han convertido en algo en lo que todos podemos opinar, no solo eso, todos nos declaramos capaces de juzgar e imponer la ley. Llevo perdida la cuenta de las veces que he visto en las redes fotos del estilo:
 Manolito ha robado mucho dinero, COMPARTE y dale a ME GUSTA si quieres que vaya a la cárcel.
Hemos pasado peligrosamente del "todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario" al "todo el mundo es culpable". Nos hemos olvidado de la presunción de inocencia, hemos hecho de los procesos judiciales algo televisivo, donde lo que importa es quién machaca más al acusado, quién grita más y quién se indigna más. Pero el acusado, su vida, sus derechos, su presunción de inocencia, nos dan igual.

Incluso cuando alguien finalmente es declarado inocente. ¿Os habéis fijado en cuál suele ser la reacción? La culpa la tiene el juez, o el abogado, o el acusado ha sobornado a quien sea, pero tenemos clarísimo que es culpable y nada que diga un juez nos hará cambiar de opinión. Esto es aún más grave en los casos de carácter económico. Son procesos larguísimos, llenos de dificultades técnicas, entramados complejos que requieren una gran capacidad y conocimiento por parte de quienes se encargan de la instrucción. Pero a nosotros nos da igual, es culpable. No nos hemos leído los miles de millones de documentos, no tenemos ni idea de sociedades, ni contratos, pero nos da igual, hay que quemarlo en la hoguera. Sí, como a las brujas.


En los casos de corrupción política también suele pasar, sobre todo cuando el acusado es de un partido contrario al nuestro, en ese caso no hay piedad. Si es de nuestro partido sin embargo todo se transforma en un complot mundial contra nosotros.

¿Os dais cuenta del absurdo de esta situación? Pues ya sabéis, si no os ha gustado y me queréis mandar a la cárcel; comparte y dale a like!

domingo, 17 de enero de 2016

Que gobierne el Papa

Supongo que como la mayoría de vosotros, jamas me he sentido plenamente identificado con un partido político en concreto, jamas he estado afiliado a uno tampoco. Sin embargo sí he ayudado a la redacción de algún que otro programa desde el ámbito científico. Esto, junto a lo que leo en las redes sociales, me ha valido para ver lo peor de la política.

Igual piensas que me refiero a: las promesas incumplidas, los cambios de propuestas, los arribistas, el poder, las caretas, las guerras internas... Sí, hay muchas cosas feas en política, pero hablo de la causa de todas las demás, los fans. 

Estaba acostumbrado a vivir el "fenómeno fan" en el mundo de la música, en el cine y en el espectáculo en general. Pero sin duda lo que ha destrozado la política es la llegada de este fenómeno a los partidos. 

El fan tradicional no es malo per se, te gusta un grupo de música, compras sus discos, te gastas un pastón en ir a verlos y en el peor de los casos gritas y pierdes la cabeza por ellos. Sí, hay gente que lo lleva demasiado lejos, pero por lo general suele ser algo muy sano que te permite conocer gente con la que compartes gustos. Pero un partido político no es una banda de jóvenes guaperas en un escenario, o al menos no debería. 

No me entendáis mal, no hablo de un militante de un partido, ser militante no te convierte en fan, al igual que no serlo tampoco te impide ser fan. No hay un listado oficial de fans pero es muy fácil localizarlos. Un fan político es aquel que creyéndose en posesión de la verdad absoluta y la supremacía moral defenderá ferozmente todos y cada uno de los actos de su partido aun incluso cuando van en contra de sus propias ideas. 

Evidentemente que una persona puede cambiar de opinión, no me refiero a eso, me refiero a mantener simultáneamente dos opiniones encontradas o dos varas de medir diferentes. Pongamos un ejemplo evidente, la corrupción. Todos estamos en contra de la corrupción, cuando sale un caso de corrupción en otro partido lo señalamos y condenamos antes incluso de que sea imputado. Pero, oh, sorpresa, cuando hay una acusación en nuestro partido, retorcemos la información y los datos hasta lo imposible para llegar al absurdo de justificarlo. 

Cuando un partido político incumple una promesa de su programa enseguida salen los fans a justificarlo, aun incluso cuando ellos querían que se llevara a cabo esa medida, pero claro, ahora esta justificado no hacerlo. Eso si, como otro partido incumpla algo, incluso aunque asi sea mejor para ti, es terrible, ha engañado a la democracia, debe dimitir en pleno. 

Alguien que siempre ha pensado en algo deja de pensarlo cuando su partido dice que no, tenemos que atacar a los contrarios aunque tomen medidas que apoyamos, pero claro, si las hacen otros son malas. Defender en nuestro partido lo que criticamos en otro es muy habitual, y a mi me preocupa. Me preocupa que nos podamos olvidar tan fácilmente de nuestras ideas, que olvidemos que quien ha votado a otro partido es nuestro amigo o pariente. Me preocupa que trasladen a nosotros la lucha ficticia que ellos tienen. Me preocupa que dejemos de pensar con claridad y alcemos al nivel de divinidades a nuestros partidos. Me preocupa que la política se convierta en una nueva religión. 

Si estamos dispuestos a olvidarnos de nuestras ideas por un partido o a defenderlo irracionalmente, mejor que gobierne el Papa.